Wiga desarrolló un sistema que permite emitir alertas automáticas cuando se alteran las variables de los cuartos fríos y corre riesgo la flor.
Una de las promesas de valor más importantes que los floricultores les hacen a sus clientes tiene que ver con la vida en florero: es decir, cuánto tiempo durará la flor en muy buenas condiciones después de la venta al consumidor final.
Se requiere disponer de tallos de muy buena calidad, por supuesto, pero no hay duda de que el factor más importante para lograr este propósito es el de mantener la flor a muy bajas temperaturas e interrumpir la cadena de frío lo menos posible.
Por eso, se busca que incluso en los camiones que viajan al aeropuerto y en los aviones que cruzan fronteras se pueda transportar la flor a una temperatura que debe estar entre 1 y 3 grados centígrados.
Y en ese largo recorrido que debe hacer la flor desde los cultivos en la Sabana de Bogotá o el oriente antioqueño hasta los puntos de venta en supermercados de diversas regiones de Estados Unidos y otros países, la primera escala está en los cuartos fríos de las poscosechas: los de recepción y los de despacho.
Allí, la flor recién cortada o recién empacada puede pasar desde algunas horas hasta varios días. Controlar la temperatura y la humedad relativa durante su estadía en estos cuartos es clave, y es el motivo por el cual cada vez se busca la manera de controlar de manera más efectiva estas variables.
“Si la finca ya realizó una inversión en la infraestructura de los cuartos fríos y mensualmente se pagan valores de energía elevados, la manera de capitalizar las inversiones es garantizar el buen funcionamiento”, asegura Luisa Ortega, directora de Poscosechas de GR Chía.
Anteriormente, las fincas se valían de equipos más básicos –los datalogger–, de menor confiabilidad, cuya información no se reportaba en tiempo real.
Desde hace algún tiempo, Wiga desarrolló unos sensores que monitorean los cuartos fríos, recogen información en tiempo real y están en la capacidad de emitir alertas automáticas cuando se alteran las variables. Con estas alertas, que van dirigidas al personal de Mantenimiento y a los gerentes de las fincas, se pueden corregir los problemas antes de que se pierda la flor.
Y es común que alguna falla se presente de vez en cuando: desde un daño en las unidades de refrigeración hasta el simple descuido de dejar una puerta abierta. Y una alarma oportuna puede salvar cientos de miles de tallos.
Bastan unas cuantas horas por fuera de las condiciones ideales de temperatura y humedad para que la flor pierda calidad.
Adicionalmente, el sistema de monitoreo de cuartos fríos que ofrece Wiga también alimenta reportes semanales y mensuales, construidos en los términos que el cliente desee –a su medida, en su lenguaje, fáciles de consultar–, con base en los cuales se puede establecer el momento ideal para realizar labores de mantenimiento, calibrar equipos o controlar dispositivos.
“Con Wiga –explica Luisa Ortega– disponemos de información más oportuna y más completa de manera que los gerentes y los jefes de mantenimiento pueden hacer un seguimiento y una gestión de la operación de los cuartos fríos. Es bueno tener alertas, pero la idea es que no haya que esperar a que estas lleguen, y eso se logra siendo muy cuidados con el mantenimiento”.
Algunas veces bastan unas horas por fuera de las condiciones ideales de temperatura y humedad para que la flor pierda calidad. Por eso, la solución de sensores, alertas y reportes que presta Wiga ayuda a cumplir con la promesa de una larga vida en florero.
Este es un artículo de SÉPALO para Soluciones Wiga S.A.S